Hamas, sinceridad y, claro, silencio mediático

Hace cinco días, durante una entrevista en un canal de televisión iraní, el alto cargo del grupo terrorista Hamas Mahmoud Al-Zahar dijo un par de cosas interesantes que, como es habitual, pasaron desapercibidas por los periodistas que cubren el conflicto árabe-israelí.
De acuerdo a la traducción realizada por el Instituto de investigaciones de medios de comunicación en el Oriente Medio (MEMRI, por sus siglas en inglés), Zahar dijo que Irán no exige nada a cambio de la ayuda que le provee a Hamás. Es decir, reconocía lo que, por otra parte, es harto conocido: el grupo terrorista palestino recibe financiación iraní; a la vez, aseguraba que Irán quiere “liberar toda Palestina”.

También dijo que la presencia de “una embajada estadounidense en Palestina es inaceptable” – incluso si esta estuviese construida en Tel Aviv o Safed (ciudad israelí al norte del mar de Galilea) -; y que “Jerusalén occidental” es incluso más árabe que la parte oriental. En otras palabras, que todo es árabe, que todo es “Palestina”, y como los palestinos no quieren una representación estadounidense en su territorio, de lo que se sigue dicha legación es inadmisibleen Israel.

Y añadió que el Estado judío fue establecido por Occidente para deshacerse del “cáncer sionista que estaba masacrando ala economía occidental”. Dicho de otra manera, y Protocolos de los Sabios de Sion con una muy leve (despreciable) variación léxica mediante, afirmó que Israel no tiene derecho de existir, y que los judíos (“sionistas”)son un cáncer.

Es ya casi una ley que cada vez – y no son pocas – que los líderes palestinos vocalizan sinceras opiniones, intenciones y exteriorizan el verdadero carácter del conflicto, los periodistas en español miran para otro lado. Es casi una ley porque permite predecir el resultado de las palabras palestinas – aunque estas ni siquiera son novedosas ni ocasionales. Son habituales pues reflejan la visión de los líderes palestinos, la creencia que instalan entre sus ciudadanos – aquella que llega casi a regir sus vidas.

¿Vale la pena preguntar dónde está la cobertura cuando es sabido que, cada vez más, sirve de justificación, de disimulo, para fustigar a Israel (que, por esas casualidades, es el único estado judío)?

¿Vale la pena preguntar por algo que, por lo demás, se hace en general tan mal?

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