El Confidencial: arqueología como excusa para avanzar “narrativa” anti israelí

Trece párrafos parecen a priori lugar suficiente para un mínimo de exhaustividad periodística; esto es, para poder ofrecer, aunque sea, un breve contexto del tema que se trata, para presentar documentación, para verificar los dichos de quienes son citados y, sobre todo, para ofrecer diversas voces que representen al abanico de opiniones acera del asunto. Pero El Confidencial (Así se utilizan la arqueología y la historia como arma de conquista en Palestina, 30/10/2022) dilapidaba la oportunidad de realizar una labor profesional y sometía su texto al interés de una de las partes del conflicto. En otras palabras, se rendía al partidismo, al activismo.

El medio recurría para redactar la crónica a cuatro voces: dos ONG que señalaban a Israel y dos activistas palestinos que hacían lo propio. Lo que se dice, un artículo balanceado (para el lado palestino).

Más allá de la “narrativa” habitual, estas voces no ofrecían pruebas de sus dichos – el hecho de pronunciarlos los “valida”, y quien no los cree, adolece de “sensibilidad”. Y el medio no estaba por la labor de verificarlos; es decir, de recurrir a la Autoridad Arqueológica Israelí, por ejemplo. O, dada la inclinación por las ONG – que se han transformado en productoras de material listo para publicar; un material, eso sí, que pertenece mayormente al territorio de la propaganda -, no se molestaron en interrogar a la también ONG Regavim acerca de las disputas de titularidad de tierras. Sólo por tener una voz opuesta.

Pero no parecía ser ese el objetivo. De allí que tampoco se preguntara a la autoridad israelí competente en el asunto sobre tierras.

La primer ONG mencionada, y la mayormente citada, era la israelí Emek Shaveh, según El Confidencial, “especializada en combatir estos ‘malos usos de la arqueología’”. De acuerdo con la organización israelí NGO Monitor, esta ONG, que recibe la mayor parte de su fondos de gobiernos extranjeros, “promueve hechos distorsionados y posturas sin fundamento que promueven la narrativa palestina de victimización y la única agresión israelí”. Y además, aseguraba que las publicaciones de dicha ONG exclusivamente critican a Israel a sus instituciones, desmintiendo, por tanto, su afirmación de que “trabaja para defender los derechos del patrimonio cultural y para proteger los sitios antiguos como bienes públicos que pertenecen a los miembros de todas las comunidades, credos y pueblos” – lo que sugiere la existencia de una agenda política; o, en otras palabras, lo que recomienda tomar con pinzas sus dichos.

La otra ONG es la conocida Breaking the Silence que, como no podía ser de otra manera, apelaba al recurso habitual: la anonimidad – junto a su dudosa metodología de investigación y su carácter ideológico. Es decir, la imposibilidad de corroborar sus dichos:

“La ONG israelí Breaking the Silence, que recoge testimonios de soldados críticos con la ocupación y los asentamientos, recoge en su base de datos un caso de mala praxis de un investigador israelí, “considerado como uno de los principales eruditos del Israel histórico”. Según explicó un sargento anónimo a la ONG, oficiales del Ejército israelí le ordenaron acompañar al experto –que también era colono– a diversas mezquitas del área de Hebrón en busca de restos judíos. “La idea es probar que hubo presencia judía en ciertas mezquitas, o que fueron construidas sobre algo judío”, relata el militar”

Y el periodista y el medio, conformes con esta nada que decía, eso sí, una recurrente acusación – la reiteración actuando, al parecer, como “ratificación”.

Es que la cuestión no iba de arqueología. De otra manera, los arqueólogos hubieran tenido la voz cantante en el texto. Esto iba de lo que advertía el titular: el código para interpretar los que seguía: Israel “conquista[dor]”, es decir, Israel “invasor”, “colono” (término utilizado en varias oportunidades); Israel ilegítimo.

Por eso mismo, a la ausencia de contexto, de comprobación de las afirmaciones, y la ausencia de voces discordantes, el medio sumaba la omisión. Por ejemplo, de cuestiones relacionados con el tema tratado – la arqueología -, como aquellos de los que daba cuenta el Jerusalem Post el 25 de abril de 2021:

  • El 80% de los yacimientos arqueológicos de Cisjordania han sufrido daños, según un nuevo informe inédito del grupo arqueológico de derechas Centro de Preservación del Patrimonio de Israel (IHPC), que ha estudiado el estado de 365 lugares antiguos.
  • El vandalismo, los robos, la construcción no supervisada y la agricultura han contribuido a dañar los sitios, dijo el arqueólogo Shay Bar, de la Universidad de Haifa.
  • El problema, dijo, existe tanto en la zona C, que está bajo el control militar y civil de las Fuerzas de Defensa de Israel, como en las zonas A y B, que están bajo los control de la Autoridad Palestina.
  • ‘Peor aún’, dijo, fue la destrucción de restos de ciudades de la época romana para dar paso a la construcción de un nuevo barrio en la aldea palestina de al-Auja, al norte de Jericó.
  • ‘Cuando el desarrollo no está supervisado, el resultado es la destrucción total [arqueológica]’, dijo Bar.
  • También destacó un cementerio del periodo del Segundo Templo situado en las afueras de Jericó, que también está dividido entre las zonas A y C y tiene una superficie de 10 km2. Bar dijo que algunas secciones del cementerio habían sido demolidas y que los ladrones de tumbas desvalijaron otras.

O el que proporcionaba el 6 de octubre de 2017 The Times of Israel:

  • Arqueólogos palestinos y franceses comenzaron a excavar el primer yacimiento arqueológico de Gaza hace casi 20 años, desenterrando lo que creen que es un raro asentamiento de la Edad de Bronce, de 4.500 años de antigüedad.
  • Sin embargo… los gobernantes de Hamás en Gaza han destruido sistemáticamente los trabajos desde que tomaron el poder hace una década, permitiendo el nivelamiento de esta colina en el extremo sur de la ciudad de Gaza para dar paso a proyectos de construcción y, posteriormente, a bases militares. En su proyecto más reciente, las excavadoras apoyadas por Hamás están arrasando los últimos restos de la excavación.
  • Tel Es-Sakan (Colina de la Ceniza) era la mayor ciudad cananea entre Palestina y Egipto, según el profesor palestino de arqueología e historia Mouin Sadeq, que dirigió tres excavaciones en el yacimiento junto con el arqueólogo francés Pierre de Miroschedji tras su descubrimiento accidental en 1998.

Una vez más, es Israel el actor responsable (culpable, el encuadre es inequívoco). Para ello, es preciso que toda acción palestina sea borrada.

Obviados estos ejemplos, el espacio “informativo” quedaba libre para… Pues para avanzar una “narrativa” revestida con un imperfecto envoltorio de periodismo:

“Pero si hay un caso que concentra un mayor número de malas prácticas es el de la Ciudad de David.

… este espacio arqueológico y museístico está gestionado y promovido por la organización colonial y de derechas [¿de qué inclinación ideológica eran las otras?] Elad, que busca legitimar la presencia judía en la ciudad encontrando el palacio del Rey David. [El director de Emek Shaveh] explica que los arqueólogos aún no han encontrado ningún vínculo concluyente con el rey bíblico, pero que eso no ha sido un obstáculo para expulsar vecinos árabes, primero comprando casas, y luego recalificando el terreno de parque nacional. [Resaltado del original]

[El director de Emek Shaveh] cuenta que, en las excavaciones de la Ciudad de David, se obvia e incluso oculta cualquier hallazgo no judío, ya sea otomano, árabe, cruzado o mameluco…”.

“Expulsar”. “Ocultar”. “Organización colonial y de derechas” (vamos, que mala de las malas, malas: lector, ya sabe usted lo que debe sentir; si es con arcada, mejor). “Justificar presencia judía” en Jerusalén…

Pero el Jerusalem Center for Public Affairs decía otra cosa (julio de 2019) – esas que El Confidencial ni se ha molestado en buscar. Entre otras cuestiones, el centro señalaba que:

  • El yacimiento arqueológico fue excavado por primera vez hace más de cien años por arqueólogos franceses, británicos y estadounidenses, en una época en la que el Estado de Israel no existía y Jerusalén estaba bajo dominio musulmán.
  • La Ciudad de David, que está siendo examinada arqueológicamente, abarca unos 15 acres, es decir, aproximadamente el 6% del barrio árabe de Silwan. El Tribunal Supremo de Israel ha rechazado las alegaciones de que las excavaciones ponen en peligro las viviendas de los residentes de Silwan y ha aclarado que se realizan bajo estricta supervisión de ingenieros y de acuerdo con las normas profesionales.

El Confidencial daba por bueno lo que decía la ONG: Israel “coloniza” (toma territorio ajeno). Es decir, otorgaba titularidad a los árabes.

Pero la historia es muy tozuda. Por aquello de que sucedió. Y siempre deja rastros.

La analista de CAMERA Ricki Hollander apuntaba (23 de julio de 2019), entre otras cosas, que:

  • La zona [de Jerusalén en cuestión] sólo fue exclusivamente árabe durante el periodo entre 1948 y 1967 (19 años), en el que Jordania ocupó el este de Jerusalén. Durante más de tres milenios, desde que el rey David estableció Jerusalén como capital de su reino en el año 1004 a.C., ha habido una presencia judía casi continua en Jerusalén, la ciudad más sagrada del judaísmo, y durante la mayor parte de ese tiempo en Jerusalén oriental. Desde mediados del siglo XIX, los judíos han constituido el mayor grupo de residentes en la ciudad.
  • Sólo en 1948 se dividió Jerusalén cuando las naciones árabes invadieron el recién declarado Estado de Israel, intentando capturar toda la ciudad, tanto el este como el oeste. Las fuerzas jordanas se apoderaron de Jerusalén oriental, expulsaron a sus residentes judíos, destruyeron propiedades y lugares religiosos judíos y la convirtieron en una zona judenrein (libre de judíos), mientras que los judíos siguieron viviendo en Jerusalén occidental.

Tanta acusación contra Israel de usufructuar la arqueología, y del texto resultaba que era el medio, los activistas palestinos y las ONG con fines ideológicos a los que daba voz, quienes hacían uso del asunto para avanzar las insistentes acusaciones, el reincidente léxico: porque es la repetición, creen, la que le da la sustancia que suplanta a los hechos.

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