Rohaní, cáncer, deshumanización y silencio

El presidente iraní Hassan Rohaní dijo (24 de noviembre de 2018):

“Uno de los resultados ominosos de la Segunda Guerra Mundial fue la formación de un tumor canceroso en la región [Israel]”.

Y por algún motivo, algunos de los mayores medios en español (entre ellos El País, ni El Mundo y el ABC), no publicaron nada al respecto.
Efe
El caso de la agencia de noticias fue muy llamativo. En tanto no pudimos encontrar una crónica que se refiera exclusivamente al hecho; sí dimos con una crónica que manipulaba la reacción del Primer Ministro israelí a los dichos del mandatario iraní de tal manera, que daba a entender falazmenteque Benyamin Netanyhu condenaba en realidad el llamado de Rohaní “a la unidad de los países islámicos para derrotar a Estados Unidos e Israel, y pidió a la comunidad internacional que se sumen a las sanciones contra Irán”. Para lograrlo, silenciaba las mencionadas palabras de Rohaní.

Así lo titulaba el diario israelí que los medios en españolcitan a menudo
Pero, ¿por qué habrían de omitirlas? ¿Qué las diferencia de las de Mahmoud Ahmadinejad, de las que sí daban cuenta? ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Que bajo el “moderado” presidente Rohaní aumentaron las ejecuciones en Irán y; así como también la participación abierta del régimen de los ayatolás en la guerra en Siria y su ominoso papel en el conflicto en Yemen? Mas esto, por el contrario, parece hacer aún más relevantes, si cabe, las declaraciones del mandatario iraní:calificar uno de los países de la región como un cáncer, es decir, como una presencia extraña, que debe ser extirpada, no parece un hecho anecdótico en este contexto de presencia en la región.

Así pues, precisamente esto no puede ser motivo para silenciar sus declaraciones.

Entonces, volvemos al por qué inicial. Porque no se trata de palabras dichas para causar una emoción momentánea; de esas a las que, inevitablemente, se las termina llevando el viento o el olvido, lo que suceda primero. Por el contrario, se asientan en una larga tradición de amenazas contra el estado judío: la de su aniquilación.

Y es que los genocidios comienzan ineludiblemente por la descalificación del otro; por la deshumanización (enfermedades, insectos, animales desprestigiados en el imaginario social servirán para tal fin) y demonización del sujeto que será objeto del exterminio. Es un paso imprescindible. A ello asistió el filólogo alemán Victor Klemperer en la Alemania de los años 1930 y 1940, donde “el nazismo impregnó la carne y la sangre del pueblo a través de palabras sencillas, expresiones idiomáticas y estructuras de frases que se les impusieron en un millón de repeticiones y que fueron asumidas mecánica e inconscientemente”.

La frase que pronunció Rohaní es justamente eso, una repetición que empapa a los oyentes, y que contribuye a crear el clima de hostilidad y, eventualmente, la “justificación” (y “necesidad”) de suprimir al otro.

No en vano la Declaración sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (ICERD, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, reconoce la conexión entre la propaganda del odio, la incitación a la violencia y los actos de violencia. Hay que decir mucho antes de que no haga falta decir nada para que comience la barbarie.

De tal manera que no son sólo palabras. Ni mucho menos. Es odio normalizado como una suerte de ideología política o, más bien, geopolítica. Después de todo, Ali Younesi, asesor del presidente Rohaní – y ministro de Inteligencia entre los años 2000 y 2005 -, dejó muy claras las aspiraciones iraníes durante un discurso pronunciado el 8 de marzo de 2015, en el marco de la conferencia “Irán, Nacionalismo, Historia y Cultura”, al sostener que Irán es nuevamente un Imperio, como lo fue en el pasado, y que su capital, Iraq, es “el centro del patrimonio, cultura e identidad iraníes”, delineando así las fronteras de, en palabras de Younesi, el “gran Irán”, en el que incluyó regiones de China, el subcontinente Indio, norte y sur del Cáucaso y el Golfo Pérsico.

Es un odio que se traduce en acción. Porque el odio no es hacia “los israelíes”, sino hacia los judíos. E Irán, según la investigación de la Unidad de Investigación de la Oficina del Fiscal General para el Atentado contra la sede de la AMIA (18 de julio de 1994) en Buenos Aires, Argentina, lo demostró con creces: las más altas autoridades de Irán planearon, financiaron y ordenaron dicho atentado (Al menos 151 heridos. 85 muertos).

¿Por qué lo habrán silenciado, entonces?

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