Una cara de la moneda

El 2 de noviembre, elEconomista.es y ElEspectador.com se hicieron eco de la solicitud de Amnistía Internacional a las autoridades militares israelíes para que “pongan fin a su campaña de acoso, intimidación y detenciones arbitrarias” contra Bassem Tamimi.

El portal elEconomista.es remarcaba que:

“La última detención se produjo la semana pasada cuando Tamimi participaba en una manifestación no violenta contra la ocupación israelí de terrenos palestinos en un supermercado del asentamiento de Shaar Benjamin, al norte de Ramala” [el resaltado es del medio].

Y resumía la situación judicial del Tamimi de la siguiente manera:

“Se enfrenta a cargos de asalto a un agente, participación en manifestación no autorizada y actividades contra el orden público. En caso de ser condenado por alguno de estos cargos, tendrá que cumplir también una o más sentencias suspendidas que pesan contra él por un juicio anterior: dos meses por participación en una manifestación ilegal y 17 meses por ‘actividades contra el orden público’”.

El problema es que no se explica por qué fue condenado a 17 meses de prisión. Según informaba el Jerusalem Post el 29 de mayo de 2012:

“… al condenar a Tamimi, el tribunal militar sostuvo que sus ofensas eran serias. En particular, alegó que influenció a los activistas, incluso menores, para lanzar piedras a los soldados del Ejército de Defensa de Israel, y en algunos casos informó a través de telefonía móvil sobre las posiciones de los soldados”.

Algo más que un simple “activista no violento”.

Por su parte, ElEspectador.com también promovía la imagen pacífica de Tamimi, y explicaba el motivo de su más reciente detención de la siguiente manera:

“… participó en una manifestación en contra de la colonización con militantes palestinos y extranjeros en una tienda de la cadena israelí de supermercados Rami Lévy en el noreste de Jerusalén. Varias personas fueron detenidas, incluido Tamimi, quien fue golpeado por la policía y al que le rompieron dos costillas, según el Comité de Coordinación de la Lucha Popular, que organiza acciones de ‘resistencia popularpacífica’ en Cisjordania”.

Una vez más se insiste en la “lucha popular” y “pacífica” de Tamimi, dando una imagen parcial del personaje y de los hechos. Por otra parte habría que ver si, según las leyes israelíes, “manifestarse en una tienda”, un lugar privado, es legal o no. Una pregunta que el artículo no responde.

ElEspectador.com introduce, además,al Comité de Coordinación de la Lucha Popular, pero más allá de plasmar levemente su retórica, no explica de qué es dicho grupo. En su página web, el Comité se presenta como:

“… una forma única de organización comunitaria basada en la resistencia en la tradición de la Primera Intifada”.

Los medios en general han promovido una imagen un tanto idílica o idealizada de la Primera Intifada, como si se tratase de un hecho espontáneo y no violento; pero la realidad es otra bien distinta.

El Grupo Palestino de Monitorización de Derechos Humanos estima que durante la Primera Intifada fueron asesinados mil palestinos, a manos de palestinos, bajo la sospecha de colaboracionismo con Israel.

Por supuesto, la violencia no fue sólo interna. Alex Safian, analista de CAMERA, presenta algunas cifras y ejemplos de los ataques contra israelíes durante la Primera Intifada en un artículo del 15 de junio de 2012:

“De acuerdo al Ministerio de Exteriores de Israel, 200 israelíes fueron asesinados en ataques terroristas en Israel entre 1987 y 1993”

Uno de estos ataques tuvo lugar el 24 de mayo de 1992, cuando una niña de 15 años fue asesinada por un terrorista de Hamas mientras esperaba el autobús en Bat Yam. (Associated Press, 25 de Mayo de 1992). Su asesino, Fuad Amrin, fue uno de los muchos presos puestos en libertad en el intercambio por Gilad Shalit. (Jewish Exponent, 20 de octubre de 2011).

Al evidente desprecio por las fuentes israelíes, hay que sumar una falta absoluta de contexto y de información sobre el tema que se trata. La detención de Tamimi no es un hecho puntal, sino que existe ya un historial de detenciones y sentencias que implican algo más que meras “actividades contra el orden público” por parte de un “activista” en “acciones de resistencia popularpacífica”. Tamimi pertenece a un grupo que toma como modelo la tradición de la Primera Intifada: ésta resultó en purgas internas y en atentados contra civiles israelíes. ¿Esta información no merece formar parte de la información cuando se habla de este hombre?

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