
A propósito de los 25 años de los Acuerdos de Oslo
Un hecho o una efeméride que viene – una vez más – a poner en evidencia los grandes vicios del periodismo en su cobertura del conflicto árabe-israelí
Un hecho o una efeméride que viene – una vez más – a poner en evidencia los grandes vicios del periodismo en su cobertura del conflicto árabe-israelí
¿Dónde está la cobertura? Claro, que esta pregunta no se limita a esta admisión, sino a todas las que a lo largo de los incidentes fueron realizando en este sentido altos cargos del grupo terrorista palestino
Haciendo suyo el discurso de un activista palestino, sin verificar sus afirmaciones y sosteniendo la falacia sobre el “apartheid”, el periódico está en las antípodas del buen quehacer periodístico
Con un héroe (el pueblo árabe palestino) que debe realizar una misión (su libertad, que comenzará por estabilizar a toda la región) que traerá la paz mundial. Pero, como en todo mito, debe enfrentarse a un gran enemigo, un obstáculo para la consecución de su misión (Israel, obviamente)
Y la amplia mayoría de medios en español no perdió la oportunidad de darle al suceso un carácter negativo, al recurrir exclusivamente a declaraciones injuriantes de miembros árabes del parlamento israelí
Es sintomático que siempre se recurra a aquellas ONG que tienen una postura tomada de antemano respecto del conflicto árabe-palestino y, especialmente, respecto del Estado judío – del que hallan censurables casi todas sus decisiones
“El contexto es esencial para poder darle a la noticia proyección con el fin de expresar sus causas y consecuencias y eventualmente para llegar al nivel de análisis e interpretación, esto es, más allá de la simple descripción de los hechos”
Recientemente, el diario afirmaba, faltando a la verdad, que Israel “batía un nuevo récord en la expansión de colonias en Cisjordania”. Meses después, las estadísticas dicen que la construcción cayó, en lo que va de año, a sus niveles más bajos en los últimos seis años. El medio, en silencio
La mera transmisión de comunicados de prensa y declaraciones de partes interesadas termina por reducir la labor periodística a una mera tarea de altavoz, sin ningún valor agregado