El organismo de la ONU ha devenido en una truculenta ironía debido a su instrumentalización para lavar la cara de ciertas dictaduras y atrocidades, y, claro está, para demonizar a Israel
La cobertura acerca de los enfrentamientos entre Hamás e Israel de las últimas semanas ha ofrecido otro ejemplo de su abandono de la deontología periodística para abrazar una narrativa específica
Un hecho o una efeméride que viene – una vez más – a poner en evidencia los grandes vicios del periodismo en su cobertura del conflicto árabe-israelí
Hablando sobre la situación socio-económica Gaza y la UNRWA, el texto no mencionaba ni una vez al grupo terrorista Hamás, ni las controversias alrededor de la agencia de la ONU
Muy a menudo se encuentra el lector con textos informativos que dan a conocer más bien poco. O casi nada. Apenas lo que un comentario en la parada de un autobús. Sin explicación. Como si ocurrieran en un universo paralelo, o debajo de la superficie, como los túneles de Hamás.
El organismo de la ONU hace mucho que no va de Derechos Humanos. En su seno, se blanquean crímenes y se alaban dictaduras, mientras se utiliza su “prestigio”, o el sentido de su nombre, para apuntar a ciertos países
Lo usual, consuetudinario – lo razonable, incluso - se desvanece en cuanto Israel entra en escena. Entonces se aplica la excepción
El activismo de la mayoría de periodistas en español es ya indisimulable. Día a día dan muestras de ello. Recientemente, blanqueando la imagen de Hamas, al punto de prácticamente ni mencionarlo en sus crónicas (como no fuese como fuente)
El texto era una sucesión de errores y despropósitos más propia del trabajo de un flojo estudiante de bachillerato