O de peor en peor, más probablemente. De publicar lo que dicte Hamás sin más filtro que el de “periodistas” activistas-propagandistas, a una suerte de maquillaje ideológico y difusión de teorías conspirativas que publicaba El Correo
Banalización del Holocausto imprescindible para darle una mano al culto genocida Hamás, disimulado-"validado" detrás de las cifras mentidas que sirven a la “periodista” para reafirmar ya no un sesgo evidente, sino su papel cómplice
“Anti-israelíes y anti-occidentales] prefiere[n] la imagen a la cosa, la representación a la realidad, la apariencia al ser. Lo que es sagrado para [ellos] no es sino la ilusión, aquello que es profano es la verdad. Más aún, lo sagrado se engrandece a sus ojos a medida que decrece la verdad y que la ilusión crece”. Lo sagrado, en definitiva, es su “moral” masajeada a través de la “indignación” e “inquietud” invocadas a través de esos simulacros
El sesgo informativo, la desinformación, la falsificación, la censura se transforman en un ruido que no permite oír nada más. Ni a los propios valores e intereses. La redundancia usurpa el lugar de la argumentación, de los hechos, las pruebas y la razón
“Compra” el público unas evidentes adulteraciones hinchadas de eslóganes y adjetivos trillados empaquetadas en formato de noticia, dirigidas a guiar precisamente sus actitudes políticas y los ‘elevados compromisos morales’
El silencio generalizado ante las marchas contra Hamás en Gaza expone, entre otras cosas, la actividad real o prioritaria de más de un ‘periodista’: la promoción de una cosmovisión que no se alinea con los valores que dice precisamente defender.
El antisemitismo rebaja a los antisemitas a horda. Coagulándolos, no con consenso ni con entendimiento, sino con el descenso a la complicidad, con la costra de vergüenza de la que habrán de escapar hacia delante a fuerza de negación y de incremento de la abyección. Una vez aceptado el antisemitismo como cosmovisión, como nudo social, otras ignominias son igualmente integradas a la forma de participar de lo social
¿Qué es lo que lleva a más de un medio a tolerar el fanatismo ideológico, la necedad, o la incapacidad profesional crónica, cuando estas apuntan siempre a un mismo actor? ¿Qué conveniencias o, más bien, qué compromisos sostienen ese vínculo?
Cada vez más, la definición que sale del análisis del supuesto abordaje informativo a Israel y el conflicto árabe-israelí se acerca a la de propaganda, de dispositivo ideológico