Se repiten declaraciones como si ocurrieran en un vacío, como si el pasado sólo fuese un concepto meramente romántico, y todo fuese presente. Al menos, en lo que respecta al conflicto árabe-israelí
“El poder de los redactores reside en la posibilidad de reproducir aquello que es más conveniente para ellos en términos de sus objetivos y puntos de vista ideológicos”. No sólo la elección de las fuentes y voces, sino cómo se presentarán, son formas de sesgar una crónica
La agencia de noticias española hacia lo que habitualmente: reproducía partes de un informe de dicha organización y lo publicaba sin el valor agregado del trabajo periodístico (es decir, como un mero traductor)
Fatah, el partido palestino en el poder, publicó un vídeo amenazador que incitaba contra periodistas israelíes, y la Federación Internacional de Periodistas, la mayor organización que representa a los periodistas a nivel internacional, todavía no ha expresado ninguna preocupación
Se trataba de los puntos habituales de la propaganda o “narrativa” palestina: que “Gaza es la mayor cárcel al aire libre del mundo”, o que Israel utiliza la situación con el coronavirus para “continuar su labor de anexión”, entre otros
La agencia se convierte en un vehículo que traduce elementos propios de la propaganda palestina como si fueran información contrastada para consumo en español como
Y en español, ni una palabra. Apenas una agencia informó sobre la detención de activistas por la paz de Gaza por parte del grupo terrorista palestino, por realizar una videoconferencia con pares israelíes
El periodista Tomás Méndez, del canal argentino C5N, mezclaba el libelo de sangre - traducido a la modernidad a través del coronavirus -; con aquel que no necesita adaptaciones, y que sostiene que los judíos controlan el mundo por medio del dinero