RTVE resignifica el 7 de octubre
RTVE, la televisión pública española, eligió el aniversario de la masacre del 7 de octubre —el mayor asesinato masivo de judíos desde el Holocausto— para estrenar un episodio de En Portada titulado Gaza: expediente genocidio. En 2023, ese mismo día, Israel estaba siendo invadida y atacada salvajemente por Hamás. En redes circulaban imágenes grabadas por los propios terroristas, mostrando su alegría ante el horror, reivindicando los asesinatos, y multitudes en Gaza celebrando y rematando cadáveres. Convertir ese aniversario en el escenario de un supuesto “genocidio en Gaza” es un acto de cinismo que contribuye a borrar el significado del 7 de octubre y a banalizar uno de los crímenes más graves que reconoce el derecho internacional.
El tráiler del programa ya anticipaba el enfoque: declaraciones de Francesca Albanese, relatora de la ONU conocida por rabiosos antisemitismo, acompañadas de imágenes sin contexto, con apenas un testimonio explicando que se trata de una guerra, como para aparentar cierta objetividad. Pero el problema va más allá del contenido deficiente: RTVE lleva años mintiendo y vertiendo narrativas sesgadas sobre Israel, y la elección de esta fecha concreta demuestra un cinismo estratégico.
La acusación de “genocidio en Gaza” carece de fundamento fáctico y jurídico. No es nueva: se ha usado reiteradamente para desacreditar a Israel y, por extensión, a los judíos. Pero el contexto del 7 de octubre convierte la acusación en un giro deliberado del relato: fue Hamás quien perpetró asesinatos masivos con intención abiertamente genocida, mientras Israel aún no había entrado en Gaza. Si Israel hubiera querido exterminar a los palestinos, podría haberlo hecho en cuestión de días; no lo ha hecho, y en cambio ha arriesgado la vida de sus propios soldados en combates casa por casa, logrando un ratio de víctimas civiles mucho más bajo que en otras guerras urbanas recientes, incluso aceptando las cifras de víctimas que da Hamás.
Durante todo el conflicto han entrado toneladas de alimentos y medicinas, se han abierto corredores humanitarios y se han realizado campañas de vacunación masiva. Ningún genocidio en la historia se ha caracterizado por preservar vidas de la población supuestamente objetivo. La evidencia demuestra, de manera incontestable, que hablar de “genocidio en Gaza” es una construcción propagandística y no una descripción de hechos reales.
Elegir el 7 de octubre para emitir este reportaje es más que un error periodístico: es un intento deliberado de resignificar un día de duelo, diluyendo la memoria de las víctimas y pervirtiendo el lenguaje hasta vaciarlo de sentido. Lo que debería ser un aniversario de recuerdo y respeto por los asesinados se transforma en un escenario para una narrativa ideológica que invierte víctimas y agresores, confundiendo a la opinión pública y normalizando la distorsión de la realidad.
El grado de cinismo se evidencia también en la forma en que se presenta la información: todo el lenguaje se pervierte para que las víctimas de Hamás puedan ser ignoradas u olvidadas. Se blanquea a los perpetradores y se demoniza al Estado que respondió a la agresión. Esto no es casualidad, sino una estrategia reforzada por flotilleros y activistas mediáticos que, desde múltiples plataformas, ponían en duda las atrocidades que los mismos miembros de Hamás difundían orgullosamente en redes.
La televisión pública, financiada por todos los ciudadanos, tiene la responsabilidad de informar con rigor. Transformar el 7 de octubre en un escaparate para un relato ideológico equivocado es una forma de violencia moral y cultural. La resignificación de la memoria histórica no es neutra: tiene consecuencias políticas, mediáticas y éticas. Normaliza la distorsión, debilita la credibilidad de los medios públicos y reconfigura la percepción del público sobre hechos históricos incontestables.
El 7 de octubre merece memoria, no reinterpretaciones ideológicas. Merece respeto por las víctimas, no manipulación mediática. Lo que RTVE hizo ese día no es solo un fallo de criterio editorial: es un acto de resignificación, un intento de vaciar de contenido el significado de un aniversario marcado por el horror y el sufrimiento de cientos de familias. La verdad histórica y el sentido moral de la fecha quedan comprometidos por la estrategia de un medio público que debería estar del lado de la memoria y del rigor.
En definitiva, el reportaje de RTVE no es un simple error editorial. Es una operación cultural, un acto de distorsión simbólica que desplaza a las verdaderas víctimas y diluye el significado del 7 de octubre. La memoria, la historia y la ética exigen señalarlo con claridad: es inmoral, injustificable y peligrosamente engañoso.