Negociación según la República Islámica

Se encuentra muy a menudo, en artículos, comentarios y publicaciones en redes sociales de “periodistas”, un eslogan repetido. Y, como toda consiga, sólo aparece sustentada por la propia afirmación y la superficialidad viscosa de la ideología que se adivina detrás: “todo iba fenomenal con el acuerdo nuclear que Irán había negociado y acordado en 2015”.

La historia es más compleja y, sobre todo, distinta.

Para comenzar, hay que tener en cuenta que las negociaciones han tenido, para la República Islámica, el mismo valor que un truco de magia de salón. Como decía Hassan Rohaní en 2004, es una forma de ganar tiempo, una cortina de humo que permite al régimen continuar avanzando con aquello que los negociadores creen poder frenar.

De engaño en engaño, de atentado en atentado, de asesinato en asesinato, Teherán ha pasado por sobre las circunstancias como una aplanadora.

El régimen de los ayatolás llegaba, entonces, con cartas marcadas y con ases ocultos a la mesa de negociación del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) que habría de firmarse en julio de 2015 entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Alemania, la Unión Europea y la República Islámica.

Cartas que provenían de una baraja bien conocida por el régimen. Y, a esa altura, debería haber sido harto conocida por las potencias que negociaban en nombre de la región y del mundo.

En septiembre de 2022, el Jerusalem Center for Security and Foreign Affairs recordaba que la República Islámica ha demostrado “sistemáticamente que había sido un socio totalmente poco fiable para Occidente. En noviembre de 2004, el Organismo Internacional de Energía Nuclear (OIEA) determinó que la república había incumplido su Acuerdo de Salvaguardias al declarar que muchas actividades iraníes en las áreas de enriquecimiento de uranio, conversión de uranio y separación de plutonio no habían sido declaradas al organismo”. Incluso, señalaban que el régimen arrasó seis edificios para ocultar pruebas, como en el complejo Lavizan – Shian, o excavó la tierra alrededor de estos edificios a varios metros de profundidad para que no pudieran tomarse muestras incriminatorias del suelo.

El centro agregaba que:

“El trabajo iraní en un programa de armas nucleares no se ha limitado únicamente al enriquecimiento de uranio. Ya en 2011, el OIEA informó que Teherán estaba trabajando en el rediseño de «un vehículo de reentrada de misiles». Esto implicaba «la eliminación de la carga útil convencional de alto explosivo de la ojiva del misil Shahab-3» y su sustitución por una nueva carga útil evaluada como de naturaleza nuclear. Así pues, se estaban desarrollando todos los aspectos de un nuevo arsenal nuclear”.

En tanto, en su declaración introductoria al Consejo de Gobernadores, del 9 de junio de 2025, el del director general del Organismo Internacional de Energía Nuclear (OIEA) dijo que la “evaluación exhaustiva del Organismo de lo que ocurrió -basada en nuestra evaluación técnica de toda la información disponible pertinente a las salvaguardias- nos ha llevado a la conclusión de que estos tres lugares [Varamin, Marivan y Turquzabad], y otros posibles lugares conexos, formaban parte de un programa nuclear estructurado no declarado llevado a cabo por el Irán hasta principios del decenio de 2000 y que en algunas actividades se utilizó material nuclear no declarado”. El OIEA también indicaba el intento de limpieza de los lugares, lo que impidió las actividades de verificación del organismo.

Como consecuencia de ello, el organismo concluía que la República Islámica “no declaró materiales nucleares ni actividades relacionadas con la energía nuclear en estos tres lugares no declarados de Irán”. Por lo que el organismo de la energía atómica declaraba que “no está en condiciones de determinar si el material nuclear conexo sigue estando fuera de las salvaguardias”.

Ah, nada como un buen entendimiento. Alta diplomacia y compromiso, para que una de las partes engañe al resto casi, casi, a la vista.

Aclaraba el Times of Israel en mayo de 2025, que, aunque muchos de los resultados se refieren a actividades que se remontan a décadas atrás, las conclusiones del informe del OIEA resumían los acontecimientos de los últimos años y apuntaba más claramente hacia actividades coordinadas y secretas, algunas de las cuales eran relevantes para la producción de armas nucleares.

El OIEA, apuntaba el medio israelí, sigue buscando explicaciones sobre los restos de uranio hallados hace años en dos de los cuatro emplazamientos que ha estado investigando. En tres de ellos se realizaron experimentos secretos. “En el cuarto emplazamiento, Turquzabad, se almacenó material nuclear y/o equipos muy contaminados procedentes de ese programa entre 2009 y 2018, según el informe”. Mientras estaba en vigor el fabuloso acuerdo nuclear.

El diario finalizaba citando a el OIEA, que decía que la República Islámica “es el único país del mundo que enriquece uranio hasta el 60%, un nivel que no tiene uso civil”. Además, remarcaba el medio que funcionarios del régimen de los ayatolás han sugerido cada vez más que Teherán podría perseguir la fabricación de una bomba atómica.

Es decir, el JCPOA evidentemente no cubría todos los sitios nucleares de la República Islámica. Ni siquiera todo el material nuclear que poseía el régimen. Se negoció con las cartas dadas vueltas: únicamente sobre aquello que Teherán había decidido blanquear – por ser imposible su ocultamiento.

Ergo, la República Islámica había decidido antes de firmarlo, violar ese acuerdo. Y, una vez firmado, violó dicho acuerdo. Pero muchos informadores y medios siguen jugando con esa baraja trucada y con las reglas del régimen.

Todo iba efectivamente fenomenal desde el vamos. Para los intereses del régimen. Rohani, en esto, no mentía. A veces, muy de vez en cuando, al mentiroso se le escapa una verdad, su propia naturaleza: ante los suyos, en su idioma.

Su expansionismo regional – gracias al levantamiento de sanciones – da fe de ello. El raudo aceleramiento de su enriquecimiento de uranio es elocuente. Su programa de misiles balísticos y drones “suicidas”, también. Es notorio lo bien que le vino ese “acuerdo”: un telón de mentiras sonrientes.

Y es que el acuerdo nuclear, carcomido por la mala diplomacia, la conveniencia, la ausencia de los actores regionales, dejaba de lado cuestiones tan elementales como el propósito manifiesto de la teocracia de los ayatolás de eliminar a Israel del mapa: no una mera retórica para consumo del pueblo; sino una política de estado.

Bah, minucias.

Pero no acaban ahí las “negligencias”.

No exagere. Los ayatolás son un primor. La inocencia en pinta.

La Foundation for Defense of Democracies indicaba en abril de 2025:

  • El JCPOA permitía a Irán conservar todas sus centrifugadoras (un tercio operativas) y enriquecer uranio al 3,67% (OIEA), dos tercios del camino hacia el combustible apto para armas. Esto preservó la capacidad de Irán de aumentar el enriquecimiento en cualquier momento, como hizo en virtud del acuerdo. Las disposiciones del acuerdo garantizaban además que Irán dispondría de un programa nuclear a escala industrial reconocido internacionalmente en 2030. Un Irán con armas nucleares no era un defecto, sino una característica del JCPOA.
  • La eliminación de las sanciones al régimen como parte del acuerdo no empoderó a los iraníes de a pie, sino que llenó los bolsillos de clérigos corruptos, funcionarios radicales del régimen y grupos terroristas.
  • El marco de «acceso controlado» del JCPOA permitió a Irán eludir los controles. Las instalaciones militares no fueron supervisadas por el OIEA, y los inspectores se vieron obligados a solicitar al régimen permiso para visitar lugares sensibles y a esperar más de dos semanas, tiempo de sobra para que el régimen cubriera sus huellas. La República Islámica también ocultaba material, actividades y emplazamientos nucleares no declarados.
  • El alivio de las sanciones del JCPOA proporcionó a Irán miles de millones en efectivo, que canalizó rápidamente hacia su vasta red terrorista que incluye a Hamás, Hezbolá y los Hutíes. Al suavizar las restricciones sobre las instituciones financieras iraníes, se le permitió al régimen ampliar su “Eje de Resistencia” con impunidad.
  • El acuerdo ignoró el programa de misiles balísticos de Irán – según informes de los servicios de inteligencia estadounidenses, el país posee el mayor arsenal de misiles balísticos y el mayor inventario de aviones no tripulados de Oriente Próximo.
  • De igual manera, desestimó los ciberataques contra Estados Unidos e Israel, las terribles violaciones de los derechos humanos y la toma de rehenes. Esto permitió a Irán mantener su programa nuclear mientras expandía otras actividades desestabilizadoras, incluidos los complots para asesinar a ciudadanos estadounidenses, incluidos exfuncionarios y el presidente Trump.

Ahí está el 7 de octubre de 2023. Testimonio de la bondad de un acuerdo que nacía con la ambición de ser utilizado como pantalla para sus instalaciones no declaradas, para descongelar fondos y para llevar adelante los sueños expansionistas.

Ahí está su intervencionismo brutal en Yemen, Irak, Siria.

¿Quién podría haberlo imaginado?

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