Más que incómodas incorrecciones

El artículo Un incómodo espectador (25 de septiembre de 2012), firmado por los periodistas Ignacio Cembrero y Ramón Besa, del diario El País, presentaba serias incorrecciones desde el subtítulo hasta el tratamiento de la información en sí.

La noticia hace referencia a una invitación del club de fútbol Barcelona al joven Gilad Shalit para que asista como invitado a un partido en su campo.

Bajo el título, se podía leer la siguiente frase introductoria:

“Polémica por la supuesta invitación del Barça a un militar israelí involucrado en la matanza de Gaza para que asista en el Camp Nou al clásico del 7 de octubre contra el Madrid”

Hay que puntualizar varias cosas respecto a este subtítulo:

– En primer lugar, Gilad Shalit no es un militar israelí involucrado en matanza alguna, sino un joven que, mientras realizaba su servicio militar obligatorio, fue secuestrado en territorio israelí por el grupo Hamás, considerado un grupo terrorista por la Unión Europea, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y otros países occidentales.

– En segundo lugar, no está claro, por otra parte a qué “masacre” se refiere el artículo, pero sí hace referencia a la Operación Plomo Fundido o a Lluvia de Verano, las únicas operaciones en Gaza desde la retirada total del ejército israelí en 2005, éstas tuvieron lugar durante el secuestro del joven Shalit, que no pudo estar implicado de modo alguno. El joven se encontrabasecuestrado en un lugar desconocido y sin recibir visita alguna,mientras le eran denegados todos los derechos recogidos bajo la Tercera Convención de Ginebra para soldados capturados.

En cualquier caso, el empleo del término la “masacre de Gaza”, no puede ser más tendencioso, ya que reduce un enfrentamiento entre un país y una entidad terrorista atacante a una consigna propagandística, e ignora completamente el sufrimiento israelí, que desde la retirada de Gaza y hasta la intervención militar, fue víctima de unos 1.300 cohetes y misiles, asesinatos e incursiones terroristas.

En el tratamiento en sí de la noticia también asoman varios errores. Más allá de que el lector no tiene acceso a la versión israelí, sino simplemente a la opinión palestina y a la de asociaciones de boiciot a Israel, la información que se aporta es incorrecta o incompleta.

Escriben los autores que, según una carta de Jorge Sánchez, de Boicoteo, Desinversión y Sanciones (BDS) al presidente del club, Sandro Rosell:
“Shalit, de 26 años “no es un simple ciudadano israelí, sino un sargento mayor””

Los periodistas no explican sin embargo, que cuando Shalit fue secuestrado no era un militar profesional y su grado era el de cabo. Tras sus más de 5 años desecuestro, el gobierno israelí le otorgó el rango de sargento mayor, casi más como un hecho simbólico y por la resistencia del joven, y no como resultado de una carrera militar plena.

Los autores también repiten sin contextualización alguna la aseveración de la organización de BDS que afirma que :

“se sorprende de la empatía del club “hacia el único soldado israelí que ha estado en cautiverio durante los últimos años (…) mientras mantiene un silencio absoluto hacia los 4.660 prisioneros palestinos que están encerrados en las cárceles israelíes, entre los cuales hay 210 niños, seis mujeres y 20 diputados”.

Que lo hagan grupos dedicados a la demonización de Israel resulta normal, pero ¿pretenden los periodista de un diario como El País equiparar a los terroristas que han provocado la muerte de centenares de personas con un joven tanquista secuestrado dentro de Israel, y no en Gaza, dónde desde 2005 no hay presencia israelí?

Por otra parte, sería interesante saber cuáles son las fuentes de las cifras que aporta Jorge Sánchez,cuya identidad y representatividad tampoco quedan demasiado claras. ¿Quién es? ¿Por qué su voz merece ser escuchada? ¿Simplementeporque simpatiza con los movimientos de BDS?

El artículo, que carece de cualquier explicación por parte de la embajada israelí en España, sí ofrece sin embargo unas declaraciones del delegado general de Palestina en España, Musa Amer Odeh, quien afirma sin ofrecer ningún dato preciso que:

“Shalit era tanquista y disparaba sobre Gaza causando víctimas mortales, en su gran mayoría civiles”

“No ha sido un rehén secuestrado, sino un preso de guerra”

Shalit fue un tanquista en la frontera con Gaza, desde donde múltiples grupos terroristas lanzan cohetes a diario contra la población civil del sur de Israel. No hay constancia alguna de que Shalit hubiera matado a nadie, pero es probable que en caso de haber recibido la orden de disparar lo haya hecho contra esos grupos terroristas.

Shalit es considerado un secuestrado, y no un preso de guerra, precisamente porque no se respetaron sus derechos recogidos bajo la Tercera Convención de Ginebra, algo que sí matizan los periodistas sin dar detalles, para acto seguido hablar de la Operación Lluvia de Verano y el intento de liberar a Shalit que:

“Fracasó y Shalit no fue liberado hasta octubre de 2011 a cambio de la excarcelación por Israel de 477 presos palestinos, muchos de ellos en detención administrativa sin haber sido juzgados.”

1– No fueron 477 presos los liberados a cambio de Gilad Shalit, sino 1.027

2– Los 477 a los que hacen referencia los autores fueron los de la primera excarcelación que se llevó a cabo, y según publicó en su día el mismo El País, de esos, “280 de los palestinos liberados fueron condenados a una o varias cadenas perpetuas por su implicación en atentados”

El artículo contiene varios errores y descontextualizaciones, además de no ofrecer las dos versiones de la noticia. Pero sin duda, lo que más llama la atención es la voluntad de equiparar a los terroristas con su víctima.

¿Escribiría este mismo diario una noticia asegurando, por ejemplo, que Ortega Lara estuvo involucrado en el terrorismo de Estado? ¿Completaría el artículo declaraciones de algún miembro de Herri Batasuna sin contextualización alguna? Probablemente no.

Una lástima que no sean tan profesionales a la hora de tratar a las víctimas de otros terroristas.

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Actualización:
Al día siguiente, el diario El País publicó una carta de ReVista de Medio Oriente protestando por el artículo.

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