En la viñeta de Antón, publicada por El Correo, el dibujante convierte la tragedia humanitaria en Gaza en un relato tan infantil como venenoso. Bajo el título “El niño con la kufiya de cuadros“, una alusión directa a El niño con el pijama de rayas —símbolo del Holocausto—, se sugiere una equivalencia perversa: los palestinos serían los nuevos judíos, y los judíos… los nuevos nazis. Una equiparación no solo profundamente perversa, sino también históricamente grotesca. Desde los campos de exterminio no se lanzaban cohetes y misiles, no se asesinaba alemanes ni se secuestraba y torturaba civiles.

La escena representa a un niño palestino con kufiya (el pañuelo tradicional) observando tras una verja con estrellas de David —convertidas aquí en símbolo opresor— un paquete de “ayuda. El mensaje es claro: los judíos controlan la ayuda, deciden a quién llega y a quién no, con una intención deliberadamente maliciosa. La alusión antisemita es tan evidente como antigua: el judío como el que manipula desde las sombras y administra el sufrimiento ajeno.
No se menciona que esa “ayuda” es robada y confiscada por Hamás. No se menciona que Hamás dispara contra su propia población cuando se acerca a buscar comida. Tampoco se dice que el programa de distribución de alimentos de la ONU (el Programa Mundial de Alimentos) ha sido saboteado por la toma del poder por parte de Hamás en el norte de Gaza. Desde el 1 de abril, los convoyes no han podido operar con seguridad. Pero los viñetistas no se toman el tiempo de mirar informes; les basta una kufiya, una verja, y repetir un esquema de culpabilidad automática.
La Coordinadora de Actividades Gubernamentales en los Territorios (C.O.GA.T. por sus siglas en inglés), informó de que Hamás ha disparado más de 80 veces contra convoyes de ayuda en Gaza para controlar su distribución y usarla con fines políticos o directamente para alimentar a sus combatientes:
¿Dónde están esas estrellas de David cuando se trata de señalar que es Hamás quien crea las condiciones de hambruna? ¿Dónde están las viñetas donde el niño con kufiya llora porque su gobierno le roba el pan?
El relato que esta viñeta perpetúa no es inocente ni nuevo: forma parte de una guerra simbólica donde el antisionismo funciona como tapadera del antisemitismo de toda la vida. Convertir la estrella de David —símbolo religioso y nacional del pueblo judío— en un emblema de nazismo es una manipulación visual que ni siquiera se esfuerza en disimular. Es, como ha denunciado el IHRA, una forma moderna de antisemitismo: la demonización y deslegitimación del Estado judío mediante comparaciones nazis y narrativas libelísticas.
No, el niño con kufiya no está en un campo de exterminio. Está en Gaza, bajo el control de un grupo que ha saboteado cualquier posibilidad de coexistencia y que prioriza el martirio sobre el bienestar. El problema no es la ayuda. El problema es quién la impide.