En la cobertura sobre el conflicto árabe-israelí, el titular suele ponerlo Hamás

Suele ser grande la tentación de aplicarle el rótulo un tanto trillado del “eterno retorno” a todo aquello que parece sugerir una recurrencia. De tal forma, lo que sucede con buena parte de la cobertura sobre el conflicto árabe-israelí podría predisponer a tal lugar común, si no fuese porque no es retorno lo que nunca se ha ido, lo que siempre ha sido: un pertinente rechazo a los hechos que no se ajusten al andamiaje ideológico, a la conveniencia; un patológico abrazo a las fabricaciones y a darle a todo el giro preciso que reconduce a la audiencia al estereotipo.

Así, la frase de George Orwell que justamente ayer cerraba un texto de CAMERA Español, sirve igualmente hoy para abrir otro sobre una misma obsesión – o vocación:

“… vi reportajes periodísticos que no guardaban la menor relación con los hechos, ni siquiera la relación implícita en una mentira común y corriente. … reportajes sobre grandes batallas donde no hubo enfrentamiento alguno, y silencio total sobre acciones en las que cientos de hombres habían muerto. … vi cómo los periódicos… difundían estas mentiras y cómo ávidos intelectuales construían superestructuras emocionales sustentadas en eventos que nunca ocurrieron. Vi, de hecho, cómo la historia se escribía… en términos de lo que debería haber ocurrido…”.

Los incidentes ocurridos durante la recogida de ayuda humanitaria en los centros de la Fundación Humanitaria para Gaza de las que da cuenta el culto genocida Hamás, parecen estar emparentados, al igual que la difusión mediática posterior, con lo que Orwell refería acerca de la guerra civil española: ya sea porque algunos de esos eventos resultan ser adjudicados a un actor equivocado, o porque falta contexto, o porque se presentan hiperbólicamente y, eventualmente, porque se trata de un suceso altamente dudoso, cuando no, directamente inventado. El resultado global de la cobertura, al menos, es una elocuente distorsión de la realidad ,que, en el proceso, convierte a Hamás en fuente de autoridad.

El 20 de junio de 2025, el Middle East Media Research Institute (MEMRI) informaba que el editorial del diario de la Autoridad Palestina, el Al-Hayat Al-Jadida, acusó a Hamás de asesinar a los gazatíes que intentan llegar a los centros de distribución de ayuda alimentaria establecidos en la Franja de Gaza. Según el artículo, “escuadrones de la muerte” de la unidad Al-Sahm de Hamás persiguen a los ciudadanos que se acercan a los centros de distribución, les disparan y los matan con el pretexto de que colaboran con los centros de distribución y con Israel.

El texto, señalaba este instituto, apuntaba que Hamás no duda en atacar a los habitantes de Gaza para mantener su monopolio en la distribución de alimentos y, por tanto, su control, y que Hamás roba la ayuda alimentaria y la vende en el mercado negro.

Esto, en la amplísima mayoría de medios en español era oficiosamente censurado; como todo aquello que vocalizan líderes y ciudadanos palestinos que afecta seriamente a la imagen de víctima sin responsabilidad que se intenta imponer desde estos medios.

Una de las fuentes predilectas de los medios en este asunto es Defensa Civil de Gaza. Más específicamente, su portavoz, Mahmoud Bassal. Pero hay un problema. Un inconveniente que es en realidad siempre el mismo: la sempiterna presencia de Hamás en buena parte lo que sale de la Franja – podría decirse que en todo de lo que llega a la mayoría de los medios.

En tal sentido, el Jerusalem Post apuntaba el 8 de junio de este año que dicho vocero “ha sido la fuente principal de cientos de declaraciones falsas de medios de comunicación de todo el mundo”; y que “no está simplemente bajo la influencia de Hamás, sino que es un auténtico agente de Hamás, según revelaron el domingo las Fuerzas de Defensa de Israel a través de documentos de inteligencia”. Bassal, señalaba el medio, “forma parte del batallón Zeitoun de la brigada de la ciudad de Gaza”; y, según los documentos obtenidos por las FDI, se unió a Hamás el 29 de enero de 2005, se convirtió en combatiente en 2013 y fue ascendido a oficial en 2020.

También censurado.

Un permanente Al Ahli – aquel hospital que Hamás afirmó que había sido bombardeado por Israel, y como consecuencia de ello habían muerto unas 500 personas. Aquel hospital que en realidad había sufrido el impacto de un cohete de la Yihad Islámica Palestina, producto del cual habían muerto unas 50 personas. Los medios compraron el embuste del grupo terrorista palestino. Y así empezaron a dar vuelta el relato de la guerra: Israel volvía a se ser el malo del cuento.

Al final, la cobertura no resulta ser tal cosa, sino una forma de amplificar un señalamiento, de centrar una demonización. Porque el titular que escribe Hamás – fuente favorita y exenta de verificación – es, invariablemente, “Israel mata”.

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